Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 26 de marzo de 2024

Luna llena igual que una perla en el cielo

 


Aparentemente la luna se encuentra ahí; aparentemente brilla en todo su esplendor la luna llena, redonda, igual que un perla perfecta en el cielo; pero la niebla la oculta por completo, entonces yo no tengo esa certeza, puedo decir que supuestamente brilla la luna llena. Podría decir entonces que el amor es lógicamente infundado; porque no se ve, bien sea por la misma niebla que cubre esa luna, o realmente el amor no tiene porque aparecer y presentarse en la salita de la casa, o en la avenida mientras pasean los transeúntes cada cual con sus cosas, cada cual con sus miradas hacia un lado o al otro... 

El amor sencillamente es también esa perla que brilla y, que se confabula con los astros... debe entonces aparecer y desaparecer igual que la luna, cuando la bruma o la niebla la cubre.
Si realmente tuviera que pasar toda la noche mirándola con grandes lentes, observaría sus cambios propiciados por las horas de la madrugada, ahora se alzaría más alto, quizás hubiera suerte y podría verla tan redonda, tan inmensamente bella; ahora sería cubierta por unos minutos por esa capa gris, maliciosa, acaparadora y, tristemente desaparecería ante mis ojos, se evaporaría igual que las caricias y los besos de esa pareja en el jardín; esa pareja que momentos antes escaparon juntos de la fiesta para poder prodigarse todos los besos y demás deseos... Realmente esta noche se me escapa la luna, realmente es así, igual que el amor, tan bello y brillante, o tan huidizo, con la capa gris, envuelto...

jueves, 21 de marzo de 2024

 «Y si por un momento

de esos en que la lluvia

se hace remolona,

no te pudiera ver entre su cortina de agua,

buscaría en mi memoria de entre los mil besos

uno con olor a ti».


María Gladys Estévez.


Feliz día de la poesía.

jueves, 22 de febrero de 2024

Situaciones cuando llueve intensamente.

  



Hoy llueve intensamente. Llueve sobre los tejados, en la plaza. Llueve en el mar.

La señora de la gabardina verde se ha caído, y se ha dañado las rodillas, que ahora sangran.

La observo desde mi ventana. Llora y se refugia en una marquesina.

Me pregunto quién será, cual es su nombre. Qué vida tiene. ¿Actriz?, ¿Escritora?. Tal vez.

Hoy pretendo escribir un relato pero la inspiración no aparece, seguramente se ha esfumado bajo los corales verdes, donde las hadas.

Pero claro está, que también puede ser la dueña de la tienda de sombreros que está cerca de aquí.

Está decorada con un gusto muy elegante. Hay sombreros de todos los modelos. Sólo para señoras.

Hace unos tres años compré uno. Tiene un lazo azul marino y la cinta a juego alrededor.

Es curioso que una se detenga ante la ventana porque llueve, y se observa el acontecer diario. Aquellas palomas se amontonan alrededor de la mendiga que esconde sus pies debajo de la capa.

El Teide lleva un sombrero. Es por eso que hay tormenta. Envuelto su pico de una gran nube.

Claudine teje y teje. Es una bufanda multicolor. Nada hay que la distraiga, de modo que sigue con la labor. Se refugia debajo del porche, canta una nana. Una y otra vez.

Se me antoja ver cómo caen grandes gotas de agua que son bolas cristalinas, y cuando llegan al piso rebotan. Y así durante largo tiempo.

Tomás toca el piano. Tomás tiene noventa años. Estuve hace mucho tiempo enamorada de él.

Detrás de esa piel arrugada hay otra, y otra, y otra, hasta que como capas de cebolla se puede ver a un joven alto y guapo. Vivió su juventud en otra isla. Fue a la guerra.


La mendiga se ha ido y las palomas también. Pero no deja de llover.

La bufanda de Claudine es cada vez más larga. Ha llegado hasta la marquesina donde la señora que se dañó las rodillas.

Ella también se ha ido.

Un batiburrillo surge en la entrada del edificio, es un grupo de amigos que charlan esto y aquello. Mientras no deje de llover permanecerán ahí.


Suena el teléfono, pero no tengo ganas de atender. Otro día será, me dije.





Me hubiera gustado mucho tenerlo aquí con este maravilloso día de lluvia.

Pero también se fue.

La última vez que nos vimos fue en un viaje que hicimos a París.

Te espero en el andén cuatro, me dijo.

Él es como el día y la noche. Es una barca que navega libre. Es chocolate negro para mi boca. Es un día nublado, la niebla que rodea es él.


Suena el teléfono de nuevo. Ahora si, quizás sea él.













viernes, 16 de febrero de 2024

A cierta hora de un domingo

 La Luna ha crecido y se ha desbordado y brilla y reparte todos sus guiños y todos caen igual que la lluvia serena de diciembre sobre el rostro. ¿dormido? Casi sonríe, casi llora, casi despierta, pero, no. Las nubes cubiertas de invierno caminan en lo alto, cerca del cielo y los hombros del padre sucumben al dolor y su corbata nada tiene que ver con el color que ahora tiene su corazón. Un piélago inmenso y cristalino abraza a la madre dormida y rodeada de cirios que son luciérnagas y brillan con la misma intensidad que sus ojos brillaban ayer.Ayer fue tan pronto, tan cerca...

miércoles, 14 de febrero de 2024

La asesina de Nancy.

 Nancy ha llegado por fin a casa. Viste un precioso y elegante vestido  de seda rosa. Su  es de un rubio platino. Irresistible, es el centro de todas las miradas. Al anochecer, comienza su macabro plan. Con un gran cuchillo de cocina, que por error fabricaron junto a su indumentaria, Nancy, mata uno a uno, a todos los que festejaron su aparición.

martes, 6 de febrero de 2024

De soledades.

 En algún otro momento hubo pensado en aquel señor de la esquina que vivía en un tabuco y que había muerto un domingo al amanecer; pudo haber sido un marinero en la pesca de bajura, un profesor, o un escultor, como quiera que sea se fue, igual que nos vamos todos algún día, se dijo. Le  había visto pasar delante del jardín, pareciera que cojeaba de un pié, con una gorra gris de visera ocultando su rostro. Le hubiera gustado preguntarle: ¿Qué tal el día hoy, cómo se encuentra, necesita algo?, esas preguntas se quedaron en su pensamiento y aquel señor nunca giró la cabeza para contestar; nunca se detuvo para hablar. Al fin y al cabo sólo era un mendigo, un hombre solo. Cuan poco humildes somos, qué fácil es callar las palabras que no salen de las bocas, que se quedan dentro perforando cada día un poco más las víscera...,

lunes, 29 de enero de 2024

Ellos.

  

No tendrían que escoger una estación u otra, siquiera podría ser especialmente al amanecer, o tal vez, cuando la luna aparecía con su rostro resplandeciente, o la media luna oculta detrás de los nubarrones. Disfrutaban en demasía cuando las muchachas se preparaban para dormir, lo oscuro les atraía igual que  la luz atrapa a las luciérnagas y danzan estrepitosamente de un lato al otro; el oscuro de la noche les invitaba a pasar por una puerta invisible, algo fácil  de franquear para esos entes que lejos de ser vulnerables, tenían la habilidad y la fuerza sobrehumana de apoderarse de las almas, sobre todo tendrían mucho cuidado para escoger a las víctimas, sabrían que los dos hermanos que dormían en las habitaciones anteriores no se someterían a tales fechorías, si axial se puede calificar las ruindades, porque los varones quedaban exentos. Los despropósitos que acometían a menudo eran males que  provocaban el pánico de las hermanas y que no habría ningún modo de que los padres pudieran creer lo que en la casa sucedía al caer la tarde, cuando la noche se apropiaba de una gran capa y atenuaba las luces de detrás de  los postigos…
 Las impostoras, así las llamaban cuando las miraban desde la puerta, con sus rostros deformados y sus espaldas jorobadas, en ocasiones en vez del vaho que dejaban salir por entre sus bocas sucias, resbalaba una asquerosa baba sanguinolenta. Sea como fuere  no dejaban de perturbar a las chicas, y algunas noches provocaban la frustración de ambas, porque nunca creyeron de ellas aquellos hechos. Solían sentarse al borde de las camas y esperaban que sintieran el sueño y que sus párpado comenzaran a cerrarse, y al unísono comenzaban con su gesta de tendencia maligna, soplaban una y otra vez a los ojos de las hermanas, que trataban de cubrirse con las sabanas a sabiendas de que allí estarían, acechándolas  y creando un ambiente desagradable y perturbador, un verdadero vértigo, una pesadilla real. Rezaban para que desaparecieran, alguna vez lo consiguieron, porque se escuchaban sus pasos por el largo y ancho pasillo, para luego desaparecer por entre las paredes.
 Se dijo que ellos fueron los que habitaron la tierra donde se hallaba construida la casa, quizás una hubiera sido vieja casona roída por los obuses de aquella cruenta batalla, quizás unos niños abandonados a su suerte, o unos pastores que fueron devorados por lobos en su propia cabaña. Nada certero en las dos probabilidades, pero las muchachas ya nunca fueron las mismas, y es que sobrecoge que roan la carne durante el sueño.


Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...